miércoles, 9 de julio de 2008

Nuestra pequeña cábala

Nunca lo he dicho, pero soy un mago. Tengo increíbles poderes, y puedo romper los fríos muros de esta realidad tan anodina para visitar otras distintas. Se trata en verdad de un conjuro muy sencillo, que cualquier grupo de personas lo suficientemente imaginativas puede llevar a cabo. Hoy mismo lo he hecho, sin ir mas lejos, así que relataré mis pasos.

Me reuní durante el decline del mediodía con mi cábala, mis camaradas en la magia, en la oscura habitación de uno de ellos. Comprobé con placer que lo tenía todo dispuesto, cada artefacto en su lugar. Abundantes provisiones en forma de comida basura y refrescos se erguían en el altar, listas para su sacrificio, mientras en el compacto relucía un disco recopilatorio de bandas sonoras de Angelo Badalamenti. A un lado, los textos sagrados, tres voluminosos tomos en tapa dura que guiarían nuestra singladura taumatúrgica Al otro, los instrumentos de poder, unos objetos de plástico con muchas caras y un número inscrito en cada una, a veces conocidos como “dados”. Cada miembro había traído su propio grimorio de conjuros, gastadas hojas de papel, escritas y reescritas y castigadas por la goma de borrar, donde se podían vislumbrar extraños nombres y números. Y comenzamos el ritual.

La música inundó suavemente la estancia, provocándonos un leve trance mientras consumíamos los alimentos. Cada miembro meditaba sobre su hoja, mientras yo consultaba los manuales arcanos. Y, lentamente, se obró el prodigio. Ví como cada uno de mis compañeros abandonaba su forma, y su ser, para vestir pieles extrañas y pintorescas, mientras la realidad se difuminaba a su alrededor para dar paso a otro mundo, donde las leyes naturales y morales que conocemos no sirven para nada. Hoy se transfiguraron en un hechicero humano caótico neutral, una paladina semielfa legal buena y un explorador elfo neutral bueno, pero les he visto engalanarse de multitud de otras formas: aterradores vampiros, seres fantásticos, soldados de fortuna, habitantes de un futuro hipertecnológico, asustadizos adeptos a sectas adoradoras de monstruosas y primigenias criaturas, héroes y heroínas de comic… su única barrera es su imaginación, el conjuro les libra de responder ante cualquier otro tribunal.

Y yo, con el poder de los textos en mis manos, me elevé hasta ser Dios, la suprema instancia de ese otro mundo. Con interés, me incliné desde mis cielos para ver qué se cocía abajo, y seguí las aventuras y desventuras de los seres que en ese momento eran mis amigos. Les puse pruebas, les enfrenté a hordas de enemigos o a enigmas que habrían de resolver con ingenio. Les ví trabar amistad con gentes de ese mundo, y también oponerse a otras. Los recompensé, pero también me enfadé con ellos. Ví crecer sus poderes, y también madurar sus personalidades. Y era tan placentero…

Pero se hizo tarde, y el conjuro debió acabar. Poco a poco, volvimos a nuestros cuerpos originales, a nuestras mentes originales. Los víveres se habían agotado, y alguien apagó la música mientras el resto recogíamos todos los cachivaches que se encontraban sobre el altar. Nos despedimos del compañero que cedió su habitación para la reunión, y nos fuimos dispersando cada uno para su hogar, cansados por las poderosas energías que tuvimos que manejar pero también revitalizados por el gozo de la experiencia. Y es que, tras visitar otros mundos, las pequeñas cosas de éste son más remarcables, y todo parece más brillante y nuevo antes de caer otra vez en la desesperanza cínica del día a día. También se obra un cambio interior: vestir una personalidad temporal hace de la vuelta a la vieja y conocida un cambio anímico importante, un paso significativo en la autoexploración personal y una agradable subida de la autoestima.

Desde aquí, conmino a todo aquel que lea esto a probarlo. Si me conocéis y os ha interesado, estaré encantado de ser vuestro gurú en este bonito sendero mágico llamado “rol”.

4 comentarios:

Bettie dijo...

tengo una partida de vampiro pendiente... u.u'

Anónimo dijo...

Sí... quiero entrar... digooo... quiero jugar también!

Desde los exámenes que me tienen a dieta de rol...

Anónimo dijo...

Venga my man! queremos otra entrada ya!!!

Skale dijo...

el rol es el puto dios, debería ser deporte estatal... en todo el mundo!

y si alguien por ahí tiene pendiente una de vampiro, yo creo que he perdido la cuenta de cuántas se me han interrumpido (puta falta de constancia, de compromiso y de todo ù,u).

Eso, que viva el rol.